Un relato de Benarés
Francisco Alonso Luengo
(con introducción de Juan José Alonso Panero)

Introducción

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En Octubre de 1967, mi padre Francisco Alonso Luengo tomó posesión de su nuevo cargo como Consejero Comercial de la Representación Permanente de España ante los Organismos Internacionales con sede en Ginebra (Suiza). Entre sus cometidos, el principal en aquel momento, era la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD/CNUCED). La UNCTAD celebraba su segunda Conferencia en Nueva Delhi en Febrero y Marzo de 1968, de modo que, dado que mi padre era el funcionario que tenía a su cargo el seguimiento de la UNCTAD en Ginebra, fue incluido en la Delegación española (recuerdo la foto de los ocho o nueve miembros en las páginas de huecograbado del ABC) que asistió a la citada conferencia en Nueva Delhi (India).

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Dado que la estancia en Nueva Delhi se iba a prolongar durante dos meses, mi padre quiso que le acompañara su esposa Mª Luisa Panero Torbado. Mi madre, sin embargo pensó que dado el trabajo de mi padre, iba a estar mucho tiempo sola en un país lejano y del que desconocía todo, empezando, algo fundamental, por el idioma, de modo que prefirió quedarse en Madrid esos dos meses, haciendo compañía a sus hijos, mi hermano Paulino y yo que estudiábamos en Madrid y nuestras hermanas Marisa y Charo.

Entre las muchas virtudes de mi padre estaba su facilidad para la correspondencia epistolar: en mi modesta opinión, escribía unas cartas maravillosas, con una prosa sencilla y directa, pero bien construida y con un vocabulario rico de una forma natural, por más que las cartas las dirigiera a su esposa e hijos.

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En las circunstancias descritas, y en una época en que lo habitual y normal era el comunicarse a través del correo postal (para hacernos una idea de lo que suponía una conversación telefónica a escala internacional, baste decir que en 1968, una simple conferencia entre Madrid y Ginebra había que solicitarla a través de operadora y no siempre se lograba la conexión de inmediato), mi padre, en los dos meses que permaneció en la India escribió cartas a mi madre a razón de un par de ellas a la semana.

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Quiso la casualidad que en la recepción de una de estas cartas, realizó una de sus visitas frecuentes a nuestra casa de Vallehermoso 32 nuestro tío Luis Alonso Luengo, el hermano mayor de mi padre. Para quien no haya conocido a mi tío Luis, hombre polifacético donde los haya habido (magistrado de carrera, escritor de éxito miembro de la llamada "escuela de Astorga" con numerosos libros publicados, hombre de radio, conferenciante con una oratoria deslumbrante…) pero por encima de todo astorgano de pro, que entre sus numerosas condecoraciones y distinciones académicas amaba sobre todo la de cronista oficial de Astorga, todo lo que se acercara a un buen relato bien escrito, aunque fuera en una carta privada, tenía que ver la luz de una forma u otra, de modo que cuando leyó la carta de mi padre le insistió a mi madre para que le dejara publicar el breve pero intenso relato que hacía mi padre de su corta visita a Benarés. A mi madre no le quedó otro remedio que acceder a la demanda de mi tío Luis.

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Luis Alonso Luengo, fundador de la Casa de León en Madrid, donde lo fue todo, Presidente, Presidente Honorario y por encima de todo "alma mater" de la misma, publicó el breve relato que mi padre hizo de su visita a Benarés en uno de los números de la Revista de la Casa de León del año 1968. El autor del relato, mi padre, se enteró a posteriori. Probablemente si lo hubiese sabido antes de su publicación hubiera limado alguna opinión y corregido la repetición de algún que otro sustantivo o adjetivo, pero al fin y a la postre quizás haya sido mejor que sus palabras escritas se hayan publicado sin la menor corrección, pues su relato desprende autenticidad y frescura por los cuatro costados.

Cuando mi hermano Paulino puso en marcha su ya exitosa Web sobre viajes y comenzó por rescatar el largo artículo que nuestro padre escribió en los años 40 del pasado siglo "Revelación del mar", vino a mi mente casi como un flashback la historia que he relatado en el apartado anterior. Mi hermano, que en febrero/marzo de 1968 no tenía ni 15 años (estaba estudiando interno en el Colegio Alameda de Osuna de Madrid), desconocía la historia, de modo que una vez que se la comenté nos propusimos tratar de recuperar el relato de nuestro padre. Dado que desgraciadamente iba a ser imposible recuperar la carta original manuscrita, al menos podíamos intentarlo con la revista de la Casa de León donde se publicó. De inmediato los dos pensamos lo mismo. Si alguien podía conservar la colección completa de esta publicación, ese alguien era nuestro primo hermano Fernando Alonso García, hijo de nuestro tío Luis, que, aunque de formación científica -ingeniero del ICAI- es, al igual que su padre, también hombre de letras, y por encima de todo, también igual que su padre, amante de León y de Astorga, a la que ve con amor y la ecuanimidad que le da el haber explorado la casi totalidad del globo terráqueo.

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Efectivamente, mi hermano Paulino habló con Fernando al que contó toda la historia que he relatado. Fernando le confirmó que poseía la colección completa que tenía archivada en Astorga (él vive en Madrid), de modo que en el primer viaje que realizara a Astorga exploraría en su archivo. Así lo hizo, localizó el relato y se lo envío a Paulino. Así que en cierto modo podemos decir que si nuestro tío Luis fue el "responsable" de que la mini crónica de nuestro padre viera por primera vez la luz en el año 1968, su hijo Fernando es sin lugar a dudas el "responsable" de que la citada mini crónica esté al alcance de todos casi 40 años después.

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El articulito sobre Benarés va acompañado de unas impresionantes fotografías realizadas por nuestro padre. Las fotos no las hizo con su maravillosa y querida Contax (no quiso llevársela a la India "por si acaso"), uno de los pocos caprichos, por no decir el único, que recuerdo que mi padre se permitió a lo largo de su vida, sino con el primer modelo de la Agfa Optima de finales de los 50, enteramente automática y de un fácil manejo, que también contaba con un magnífico objetivo. Las imágenes, en algún caso "alucinantes" por utilizar un adjetivo empleado por nuestro padre en su relato y que entonces tenía mucho más peso que ahora en que a fuerza de manido ha perdido parte de su valor, no necesitan mayor comentario. Se comentan por si solas y son el mejor complemento al breve, pero intenso y estremecedor relato de cómo Francisco Alonso Luengo vio Benarés en 1968.

Juan José Alonso Panero, Las Rozas de Madrid, a 2 de septiembre de 2006.

Carta desde el Ganges Sagrado de D. Francisco Alonso Luengo, en su viaje como miembro de la Comisión Española de Comercio e Industria en Nueva Delhi.

(Título con que aparece en la revista de la Casa de León en Madrid)

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«Salimos en avión la mañana del sábado 2 de marzo y regresamos el domingo, a Nueva Delhi, a la hora de cenar. Dormimos en uno de los dos hoteles "europeos" que allí hay, y desde luego, merece verse, pues es un espectáculo que probablemente no pueda admirarse en ningún otro sitio, y por lo tanto, único, pero de agradable y bello no tiene nada. Es impresionante, desde luego, la fe que ponen de manifiesto. Creen sinceramente en otra vida, a través de la reencarnación y es un gran bien que crean.

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Todos los días llegan peregrinos de toda la India a bañarse en el Ganges, el río sagrado. El baño en el Ganges es para los hindúes como el viaje a la Meca para los musulmanes, o a Roma, o a Tierra Santa, para nosotros, en cierto sentido. Verles bañarse en el río -no con trajes de baño, por supuesto, sa1vo algunos casos aislados, sino con trajes corrientes generalmente, es decir, casi siempre vestidos- es bastante impresionante.

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Más aún lo es, ver quemar los cadáveres sobre una pira de leña, a la orilla del río para después de unas cuatro o cinco horas que dura la cremación, echar las cenizas al agua. Pero lo más impresionante de todo es el camino a pie desde que uno deja los coches hasta que llega al embarcadero para coger una lancha en la que, siguiendo río arriba y luego río abajo, se ven desde el medio del río las orillas donde se bañan y queman los cadáveres. En ese camino a pie para bajar por unas escaleras (gathes) hasta el río, que es el mismo que siguen los peregrinos para llegar hasta el río a bañarse, cruzas entre filas de mendigos, sentados con las piernas cruzadas, que esperan allí las limosnas de los peregrinos, pues la limosna forma parte del ritual y todos los peregrinos, hasta los más pobres, dan alguna, de modo que los pobres que esperan la limosna cumplen allí una función, pues sino estuvieran los peregrinos no podrían cumplir con el deber de la limosna.

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Esos mendigos son alucinantes. Yo no puedo describirlos. Piensa en algunas películas que hayamos visto relacionadas con esa clase de espectáculos. Al lado hay  «cambistas», con pilas de monedas pequeñas para cambiar a los que dan limosnas; tienen hasta pequeños trozos de cobre que no son ya ni monedas, sin duda para que puedan dar su óbolo hasta los más pobres.

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Las calles son un hormiguero de gentes con una variedad de vestimentas y colores, asombrosa. Pero la impresión no es de brillo y alegría, aunque sí de un gran pintoresquismo. El número de tiendas es infinito. En ellas venden, viven y duermen. Hay por las calles -también en Nueva Delhi- multitud de una especie de triciclos con asiento atrás para dos personas -aunque a veces se meten cuatro y cinco- de los que tira el ciclista que va delante; que ya me río yo de las piernas de Bahamontes, aunque aquí casi todo es llano.

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Estuvimos también en una «fábrica» donde hacen los famosos brocados de Benarés, que son telas de seda con hilos de oro o plata, o sedas de colores, entrelazadas; bueno, lo que son los brocados. Por caros que luego nos parezcan, no lo son considerando el trabajo que suponen. No compré allí nada, porque Benarés tiene también un «Emporium» aquí en Nueva Delhi, y puedo comprar esas cosas aquí con más tranquilidad.»

Francisco Alonso Luengo, Nueva Delhi, marzo de 1968.

Copyright © 1968, Francisco Alonso Luengo. Reservados todos los derechos.
Copyright © 2006, Juan José Alonso Panero. Reservados todos los derechos.
Diseño de la página y revisión del texto, Paulino Alonso Panero.
Última revisión: 11-01-2009.
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