Leica y Contax, una tergiversación contumaz
Juan José Alonso Panero


Keep the Home Fires Burning interpretada por John McCormack

Todos hemos oído decir que una mentira reiterada acaba convirtiéndose en verdad. En eso fueron maestros los nacionalsocialistas alemanes con el Dr. Goebels, Ministro de la Propaganda en el régimen nazi, a la cabeza, y por supuesto, en el otro extremo, los comunistas, que aún siguen hoy en día anclados en ese mundo pese a que nos acercamos al vigésimo aniversario de la caída del muro de Berlín. A éstos últimos, a los comunistas me refiero, nadie les dice nada; como si tuvieran bula. Pues bien, parece que también existen errores históricos que a base de perpetuarse a través del tiempo acaban convirtiéndose en “verdad”. ¿Cómo se produce esta transformación? Es decir, ¿cómo se convierte en verdad indiscutible algo que es 100% falso, o por utilizar un vocablo más suave, erróneo? Parto de la base que el “error” no es “la mentira ex profeso”. El error se produce por muy diversas causas, y si nadie hace nada por detenerlo, bien por desidia, por desinterés o por ignorancia, acaba perpetuándose en el tiempo; el tiempo, justamente, transcurre, y con el devenir de los años van desapareciendo físicamente aquellos individuos que en su momento habrían podido enmendar el error. La consecuencia: el error, acaba convirtiéndose en verdad que al pasar a formar parte de la Historia, la acaba tergiversando. Voy a tratar de explicarlo con un ejemplo paradigmático acaecido en al arte de la fotografía. La suplantación, en algunos casos total y absoluta, de Contax en favor de Leica.

Todo profesional, buen conocedor o simplemente amante de la fotografía, ha oído hablar de un nombre mítico dentro de este campo: Leica. La Leica fue la primera cámara del llamado paso universal que utilizó película de 35mm. La inventó el ingeniero Oscar Barnack ya en 1913, aunque el primer modelo comercial, la denominada Leica I no vio la luz hasta 1925. Parece ser que Oscar Barnack habría propuesto su invento a Carl Zeiss, famoso por sus diseños y fabricados ópticos y el mayor productor de cámaras fotográficas del mundo, que lo siguió siendo hasta bien entrado los años 50 del pasado siglo XX. Desechado su invento en Zeiss, Barnack se fue al directo competidor, Ernst Leitz, que sí lo aceptó. Cuando se comercializó la Leica I convirtiéndose rápidamente en un éxito, Zeiss constató su error, pero ya era tarde para enmendarlo. La única solución posible a tomar era la construcción de una cámara que hiciera la competencia a la Leica, superándola si ello fuera posible. Para lograrlo, Zeiss tuvo que luchar con las patentes protectoras de Leica, de modo que se vio en la necesidad de introducir una serie de modificaciones con respecto a la Leica, que en algunos casos fueron,sin lugar a dudas, mejoras, aunque en algún otro, la solución a adoptar lastró la posible cuasi perfección del neonato. Así pues, bajo las descritas circunstancias, nació en 1932 el primer modelo de Contax, designada con el devenir del tiempo, Contax I. La Contax también tiene “padre”: el ingeniero Heinz Küppenbender (imagen de la derecha) que por entonces tenía poco más de 30 años de edad, pues había nacido en 1901. Su larga vida, falleció en 1989, le permitió ver los diferentes avatares por los que pasó su “criatura” a lo largo del tiempo.

La Contax I, pero sobre todo las Contax II y III, ambas de 1936, y con posterioridad a la 2ª Guerra Mundial, las Contax IIa y IIIa que se fabricaron hasta 1961, fueron, sin lugar a dudas, superiores a los diferentes modelos de Leica que en el mismo tiempo vieron la luz, a la vez que la calidad y amplitud de los objetivos Zeiss era más alta, en todos lo sentidos, que la de Leitz. La fuerte competencia entre ambos fabricantes alemanes, dio lugar a discusiones bizantinas entre los defensores de una u otra marca en el transcurso de los años 30 a 50. El nacimiento de la Leica M3 en 1954 inclinó la balanza hacia el lado de Wetzlar, sede de Ernst Leitz y la discusión de ¿cuál es la mejor? no volvió a tener lugar hasta los años finales del pasado siglo y los inicios del actual con el nacimiento de la serie G de Contax, que retomaba de nuevo el sistema telemétrico, pero con infinidad de mejoras técnicas (visor real para ópticas desde 28 a 90mm incluyendo el primer zoom jamás fabricado para una cámara de telémetro; enfoque automático y un largo etcétera) enfrentada de nuevo al diseño clásico de la Leica M7, sucesora con ligerísimas variaciones de la primera Leica M, la M3.

Leica IIIf de 1950, penúltima cámara de la factoría de Wetzlar con la montura de rosca.
Contax IIa de 1951 y fabricada hasta 1961.  Es el mismo modelo que llevaba Robert Capa en el momento de su muerte, en 1954.
Leica M7, punto final: el último eslabón analógico de un mito.
Contax G2, estación "termini" de una leyenda. Fin de la era analógica.

Esta corta introducción sirve para poder desarrollar el fondo del tema del que quiere tratar este artículo. En resumidas cuentas, el que haya leído hasta aquí y se encuentre entre los conocedores y amantes, y no digamos los profesionales, de la fotografía, con seguridad absoluta que no solo conocen el nombre de Leica, sino también el de Contax. Ahora bien, el que lea este artículo y no haya tenido jamás un interés histórico por el arte fotográfico ni le haya preocupado nunca más lejos de las clásicas fotos de vacaciones, casi con seguridad que habrán oído hablar de Leica aunque sea solo de “oídas”, pero con esa misma seguridad puedo afirmar que no tiene ni idea de lo que ha significado la Contax en la historia de la fotografía. Es claro que en este caso se cumple a rajatabla el refrán de que “quien da primero da dos veces”.

Vamos pues a entrar en materia y a hablar de un nombre legendario, un mito entre los expertos y amantes de la fotografía: la Contax. Es la cámara que utilizaron entre otros muchos famosos, fotógrafos y personalidades de diferentes estamentos sociales, Ansel Adams, Walker Evans, Mario Giacomelli, “Los Alfonsos”, Alfonso Sánchez García y su hijo Alfonso Sánchez Portela (“Alfonsito”, que realizó con la Contax todas las fotos del Madrid de la preguerra y de la guerra civil española, y cuyos archivos, hoy propiedad del Estado español, que los adquirió en 1998, están divididos en cuatro partes, tal como el fotógrafo los dejó, y que llevan los nombres de “Histórico, Contax, Gran Vía y Fuencarral”, estos últimos referidos a los estudios que tenía establecido en las citadas calles madrileñas), Julio Cortázar, que la inmortaliza en su cuento “Las babas del diablo”, 1959, llevado después por Antonioni al cine con el título de “Blow up”, Henry Ford II, Nat King Cole, que aparece con una Contax IIIa en una portada famosa de su LP “Nat King Cole Español” (imagen de la derecha), el general Emilio Mola Vidal, auténtico amante de la fotografía y experto fotógrafo, cuya historia en relación con su Contax III que llevaba al cuello en el momento de su muerte y que sirvió para la identificación de su cuerpo es coprotagonista de este artículo. Incluso dicen las malas lenguas que el mítico y longevo Cartier-Bresson (fallecido en 2004 a los 96 años de edad), cuyo nombre es casi sinónimo de Leica, manejaba en sus últimos años de vida, ocultándola cuidadosamente, una pequeña Contax T. Pero sobre todos ellos sobresale el que quizás es el reportero gráfico más famoso de todos los tiempos: Robert Capa, cuyo lema, hoy mundialmente famoso era “Si tus fotografías no te salen bien, es que no te has acercado lo suficiente”.

Llegados a este nombre mágico (nacido como Endre Ernö Friedmann en Hungría, y del que los lectores en lengua española disponen de la magnífica biografía escrita por Richard Whelan y editada por Aldeasa), se impone contar algunos detalles importantes en relación con la historia, la Contax y Robert Capa.


Imágenes escaneadas del libro de Richard Whelan “ROBERT CAPA, La Biografía”, editado por “Ediciones Aldeasa”. En la contraguarda indica que el copyright de las fotografías de Robert Capa pertenece a Cornell Capa, 1985.
China, 1938. (Se le ve con una Contax II y es una de las fotos más conocidas de Capa. De hecho es la que figura en la portada del libro).
Capa con Joris Ivens, en el centro con boina y John Fernhout, medio arrodillado. Han-Kou, China, 1938. (Capa aparece con una Contax II).
Capa con George Rodger, Nápoles, 1943. (Esta es una foto muy famosa, pues la tomó otra leyenda de la fotografía: Henry Cartier-Bresson. Capa, a la izquierda, aparece con una Contax II y Rodger con una Leica, muy posiblemente una IIIc).
Capa con un oficial francés, Luang Prabang, Laos, mayo de 1954. (La cámara de Capa es la Contax IIa a la que casi con una seguridad del 100% abrazaba en el momento de su muerte en Vietnam. Es una de las últimas fotos de Capa).

La fotografía de guerra más conocida y difundida, con seguridad y sin discusión alguna, la realizó Robert Capa en la guerra civil española y es la del famoso miliciano en el momento de recibir un disparo que le causaría la muerte (imagen de la izquierda). La foto la tomó con una Leica IIIa, y no es éste el lugar para extendernos sobre los pormenores de esta imagen tan controvertida, aunque hoy en día se considera auténtica casi al 100% (ver anexo al final del artículo). Si la traigo a colación se debe al hecho de que la misma se hizo con una Leica, y desde ese momento, y pese a que Capa al menos desde 1938, ya se había “pasado a la competencia”, la Contax, en casi todas las revistas no especializadas, que son las que llegan al gran público, e incluso fotógrafos reconocidos dan por hecho y escriben siempre “Capa y su Leica…”, jamás “Capa y su Contax…” Es triste esta desinformación generalizada, que para no ser reiterativo con el tema, muestro con el siguiente ejemplo que corresponde a una información aparecida en Internet y la consiguiente correspondencia electrónica que mantuve con los responsables de la citada revista en julio de 2004:

Correo dirigido a Doña Inés Cobo Calleja, Directora de masdearte.com
c/c, Don Rafael Conde, Responsable de Coordinación de Canales

Estimada Sra. Cobo:

Leo en masdearte.com la siguiente nota firmada por Don Victor I. Stoichita:


“Robert Capa. La epopeya del reportaje

Victor I. Stoichita

El 25 Enero se abrió en el Musée de l'Elysée de Lausana una gran retrospectiva dedicada al mítico fotógrafo húngaro-franco-americano Robert Capa (muerto en 1954, en Indochina con su, no menos legendaria, Leica en la mano). A Capa se debe la foto más célebre de la Guerra Civil española, precisamente la que recoge el disparo mortal de un soldado republicano. Junto a Henri Cartier-Besson y a David Seymour fue fundador, en 1947, de la Agencia Magnum, la primera cooperativa fotográfica del mundo. La exposición está abierta hasta al 16 abril.

Musée de l´Elysée, Lausana. Hasta el 16 de abril de 2001.”

Informaciones como las del Sr. Stoichita no solo son erróneas, supongo que involuntariamente, sino lo que es peor, producen en el ciudadano una desinformación que cala y que es difícil de subsanar.

Le agradecería hiciera llegar, con todo mi respeto, al Sr. Stoichita, estas líneas para pedirle que procure informarse mejor acerca de lo que escribe en un medio público de alcance general. ROBERT CAPA, que efectivamente en sus comienzos utilizó la cámara LEICA, “se pasó” a CONTAX (para los amantes de la fotografía y conocedores de su historia no necesito aclarar más; el sólo nombre de CONTAX basta), y ya las famosas fotografías del desembarco de Normandía en Omaha Beach el 6 de Junio de 1944 están realizadas con dos CONTAX II, marca a la que siguió fiel hasta su muerte (a la derecha tumba de Robert Capa en Nueva York), aunque compaginó con otras como NIKON en los años 50. Cuando ROBERT CAPA murió en Indochina en 1954 tras pisar una mina anti persona, llevaba consigo una NIKON y su CONTAX IIa. Cuando lo encontraron, estaba abrazado a la CONTAX.

Así pues, le agradecería, Sra. Directora, que no solo hiciera llegar estas líneas al Sr. Stoichita, sino que rectificaran la noticia inserta en masdearte.com. Si el Sr. Stoichita considera legendaria a la LEICA, está en su derecho de hacerlo y no falta a la verdad, pero NO SIEMPRE todos los grandes fotógrafos se inclinaron por esa marca. Otros, tantos como los leicaistas, lo hicieron por la no menos legendaria CONTAX.

Agradeciéndole la atención que preste a mi correo, reciba mis más atentos saludos,

Juan José Alonso
Madrid

Respuesta de la Sra. Cobo

De: Inés Cobo
Para: Alonso Panero, Juan José
Enviado: miércoles 21/07/2004 20:50
Asunto: Re: Robert Capa murió abrazado a su Contax IIa

Estimado Sr. Alonso, Efectivamente hemos corregido el artículo una vez comprobados los datos en la biografía de Capa, del historiador Richard Whelan ‘Robert Capa. La biografía’ publicada en Aldeasa, en la pag. 379; dónde dice "En cuanto les informaron de que Capa había muerto (o que estaba, al menos, gravemente herido), Mecklin  y Lucas corrieron en su busca. Al llegar junto a él, poco antes de las 3:10, lo encontraron tendido de espaldas; todavía respiraba, pero casi toda su pierna izquierda había volado por los aires y tenía una herida abierta en el pecho. Aferraba su Contax con la mano izquierda, pero su Nikon había salido despedida a varios metros de distancia por efecto de la explosión." Además de la nota al pie de esta página: "Había vuelto a coger la Contax para hacer fotos en blanco y negro, pero había pisado la mina antes de poder usarla. Es de suponer, por tanto, que llevaba la Nikon colgada de su correa


“Robert Capa. La epopeya del reportaje

Victor I. Stoichita

El 25 Enero se abrió en el Musée de l'Elysée de Lausana una gran retrospectiva dedicada al mítico fotógrafo húngaro-franco-americano Robert Capa (muerto en 1954, en Indochina con su, no menos legendaria, Contax en la mano). A Capa se debe la foto más célebre de la Guerra Civil española, precisamente la que recoge el disparo mortal de un soldado republicano. Junto a Henri Cartier-Besson y a David Seymour fue fundador, en 1947, de la Agencia Magnum, la primera cooperativa fotográfica del mundo. La exposición está abierta hasta al 16 abril.

Musée de l´Elysée, Lausana. Hasta el 16 de abril de 2001.”

Mensaje contestando a la Señora Cobo

De: Alonso Panero, Juan José
Para: 'Inés Cobo'
Enviado el: jueves 22/7/2004 8:37
Asunto: RE: ROBERT CAPA murió abrazado a su CONTAX IIa

Estimada Sra. Cobo:

Contesto a su atento correo en el que me indica que ya han rectificado la información aparecida en el artículo mencionado sobre Robert Capa. Efectivamente, donde antes decía LEICA, constato que ahora dice CONTAX.

Actitudes como la suya dicen mucho en favor de las páginas que dirige, ya que desgraciadamente no suele ser lo habitual. Todos cometemos errores involuntarios, y como dice el refrán “de sabios es rectificar”.

Todos los amantes de la fotografía en general, y del arte de Robert Capa en particular, estoy seguro que agradecemos a “masdearte.com” el que sepa ser fiel a la verdad de la historia.

Con mis más atentos saludos, quedo a su disposición,

Juan José Alonso Panero
Madrid

El ejemplo anterior es solo uno entre cientos, hasta tal punto que en otros muchos casos he desistido, asqueado por el tema, de realizar la misma operación que he puesto como ejemplo.

No deseo acabar este apartado dedicado a Robert Capa y la Contax sin la muestra de dos fotografías carismáticas, cada una en un aspecto. La primera es uno de los ocho negativos supervivientes de los tres rollos de imágenes (106 en total) que tomó con sus dos Contax II (ambas con objetivo de 50 mm.), en el desembarco aliado en la playa de Omaha, Normandía el 6 de Junio de 1944. La historia de estas imágenes es de sobra conocida para reproducirla en estas líneas.

La segunda fotografía tiene el valor histórico de ser la última que Capa captó en su vida y que él ya nunca pudo ver, pues apenas pulsó el disparador de su cámara, salto por los aires. El pie de foto original en inglés de la Web de Magnum Photos de donde la obtuve dice lo siguiente: ICP 891 Along the road from Namdinh to Thaibinh. May 25th, 1954. This is Robert Capa's last black and white picture. It was taken with Contax camera just a few moments before he stepped on a landmine and died at 14.55.

Sigamos con ejemplos de errores históricos. Un caso quizás más sangrante, está relacionado con el general Mola y lo viví en primera persona. Lo transcribo a continuación en su integridad y lo ilustro con fotografías documentales, pues pienso que puede ser muy interesante para los curiosos de la historia y de la fotografía que han entrado en esta Web de mi hermano Paulino, hayan tenido la curiosidad de “pinchar” en este relato y, sobre todo, la paciencia de haber llegado hasta aquí.

Correo electrónico enviado el día 31 de enero de 2006 a Ediciones Espasa

A: Ediciones Espasa
Asunto: FERMÍN GOÑI, El hombre de la Leica

Ante la imposibilidad de poder contactar directamente con el Sr. Goñi, les agradecería le hicieran llegar este correo.

Estimado Sr. Goñi:

No he leído su último libro, "El hombre de la Leica", y sinceramente, no creo que lo haga, ya que su título me llama a no hacerlo. Si tiene a bien leer estas líneas le explicaré el porqué.

Todos sabemos que el general Don Emilio Mola Vidal fue un gran aficionado a la fotografía, y por lo tanto es más que seguro que hubiera utilizado cámaras Leica, cuyo modelo I vio la luz en 1925. En 1932, Zeiss Ikon, el mayor fabricante del mundo de material fotográfico en la época, lanzó el primer modelo de Contax, la Contax I, para competir con la Leica.

No sé en qué momento el general Mola (imagen de la izquierda) se pasó a la Contax, pero lo que sí es seguro, y documentado está (inclusive con fotografías), es que cuando murió en 1937 como consecuencia del accidente de aviación que sufrió, una de las evidencias claves para el reconocimiento de su cuerpo, fue la cámara fotográfica que llevaba junto a él, y esta cámara no era precisamente una Leica, sino una Contax III, último modelo de esta marca, con fotómetro incorporado (novedad mundial para la época) que había visto la luz en 1936. Como Vd. seguro que sabe, mejor que yo, hay fotografías de la época con la Contax III del general Mola en primer plano. Por ello, me extraña sobremanera el título de su libro. Es como si a un usuario de un Mercedes le adjudican un BMW.

A quien le escribe estas líneas, usuario de Contax de toda la vida (tengo una Contax IIIa de 1956 que perteneció a mi padre; una RTS y una 139, ambas reflex de los años 70 y 80 y una G2 de 1996 de telémetro), le duele que muchos de los méritos de esta cámara, al menos de la misma calidad, tanto mecánica como óptica (objetivos Carl Zeiss) que la Leica, le sean adjudicados a esta última. Baste solo un ejemplo: el mundialmente famoso Robert Capa comenzó su carrera fotográfica con Leica, y con esta marca hizo la guerra civil de España. Sin embargo, poco después se pasó a su directa competidora, la Contax, marca a la que siguió siendo fiel hasta su muerte en Vietnam en 1954. Con dos Contax II hizo las famosas fotografías del desembarco aliado en Normandía y cuando murió en 1954 a consecuencia de haber pisado una mina, le encontraron abrazado a su Contax IIa con la que un instante antes había realizado la última instantánea de su vida. Pues bien, en infinidad de artículos podrá Vd. leer que las fotos del día D (6-VI-1944) fueron hechas con una Leica o "la famosa Leica de Capa" a la que murió abrazado, etc. etc.

Tras estas líneas comprenderá Vd. mi resistencia a leer su libro, pese al enorme interés que me despierta la figura del general Mola. No sé qué le habrá llevado en su caso al título de su último libro, ya que estoy convencido que como estudioso del tema es perfecto conocedor de todos los puntos que le indico en este correo. En cualquier caso, comprenderá mi reticencia, muy a mi pesar, a leer el libro. Si le sirve el ejemplo, se lo repito de nuevo: es como si a un amante y usuario de toda la vida de un Mercedes, le cambian esta marca por un BMW.

Atentamente le saluda,

Juan José Alonso Panero
Madrid

Respuesta de Ediciones Espasa

De: M.Castro (Ediciones Espasa)
Para: Alonso Panero, Juan José
Enviado el: viernes 3/2/2006 8:17
Asunto: FERMÍN GOÑI, El hombre de la Leica

Estimado señor Alonso,

Me llamo Mercedes Castro y soy actualmente la responsable de la colección de Narrativa de Espasa Calpe y, por tanto, la editora de Fermín Goñi. Tras recibir su amable correo, me puse en contacto con él y le remití el mismo, y ahora él me pide que le transmita, a su vez, su respuesta.

Un saludo,

M. Castro
Depto. de Narrativa

"Estimado señor Alonso:

Muchas gracias por las observaciones que hace sobre el material fotográfico de los años treinta. He de reconocerle que el general Mola tenía no sólo una Leica (regalo de sus compañeros al dejar África), sino otras máquinas que había comprado de su bolsillo. Pero todo eso es accidental con el libro. Si le atrae el tema, no deje de leer "El hombre de la Leica" y de enviarme, por este mismo procedimiento, sus observaciones. Un cordial saludo Fermín Goñi"

Correo electrónico enviado el día 3 de febrero de 2006

Estimada Sra. Castro:

Le agradezco infinito su correo en el que me traslada el de Don Fermín Goñi contestando al mío del pasado 31 de Enero. Le agradecería nuevamente que hiciera llegar las líneas que le remito a continuación al Sr. Goñi.

Con mis gracias anticipadas, reciba mis más cordiales saludos.

Juan José Alonso Panero
Madrid

"Estimado Sr. Goñi:

En primer lugar, le quedo más que agradecido por haber empleado un poco de su precioso tiempo en contestar a mi correo electrónico del pasado 31 de Enero.

Siempre se ha dicho, que independientemente del contenido, el título de un libro es fundamental para la buena marcha de éste de cara a sus potenciales lectores. En el caso del último suyo, al que nos referimos, “El hombre de la Leica”, debo reconocer que es un título más que sugestivo, y ello, no solo para los amantes y conocedores de la fotografía, aunque en mi caso, por las razones expuestas, haya servido justo para todo lo contrario.

No obstante, y dado que la figura del general Mola siempre me ha interesado, y estoy seguro que el contenido del libro será fiel a la historia, además de interesante y ameno, de acuerdo con la trayectoria literaria de su autor, procuraré vencer mis prejuicios y voy a hacer el firme propósito de leerlo.

Deseándole todo lo mejor, tanto a nivel personal como profesional, le saluda atentamente quedando a su disposición,

Juan José Alonso Panero
Madrid"

Correo electrónico enviado el día 26 de Abril de 2006

Estimada Sra. Castro:

Como continuación de mi correo del 3 de febrero ppdo., contestando a uno suyo de la misma fecha, le quedaría infinitamente agradecido si hiciera llegar las líneas que le remito a continuación a Don Fermín Goñi.

Con mis gracias anticipadas, reciba mis más cordiales saludos.

Juan José Alonso Panero
Madrid

Estimado Sr. Goñi:

Tal como le indiqué en mi correo electrónico de 3 de Febrero, adquirí su libro “El hombre de la Leica”, que ya he leído hace casi dos meses. No he podido contestarle hasta hoy debido a una operación de cataratas que me efectuaron a finales de febrero con una complicación post operatoria, gracias a Dios ya superada. Si a bien tiene gastar un poco de su tiempo en leer estas líneas, le daré mi modesto parecer acerca de su obra, acogiéndome a su invitación expresada en su correo del mismo día.

En primer lugar, y en líneas generales, el libro me ha parecido muy entretenido e interesante, y hasta donde llegan mis conocimientos de historia, fiel a la realidad tal como nos la han contado, con la más que importante excepción del hecho que ha motivado mis correos.

Voy ahora al motivo que ocasionó mi primer correo, y es aquí, donde una vez leído el libro, tengo que apuntar de nuevo mi crítica negativa acerca del título de la obra. Apunta Vd. en su correo que este hecho (“la Leica”) es accidental. Yo sin embargo no lo veo así. Es probable y posible que Vd. me diga que el título es una licencia que se toma el autor en una obra que a fin de cuentas no es una biografía al uso, sino una biografía novelada. No obstante, yo me hago la siguiente pregunta. ¿Es lícito cambiar la historia (aún siendo novelada) en un hecho fundamental (sirvió en una época en que no existía el ADN para la identificación inmediata del cuerpo del general Mola), trocando la realidad de la Contax III que llevaba al cuello el general Mola por una Leica I? En conclusión: si me permite decirlo, aunque puede que involuntariamente, Vd. incurre en una desinformación histórica.

Nota final: En archivos insertos a este correo, en formato jpg., le adjunto tres páginas del tomo IV de la obra de Ricardo de la Cierva “La historia se confiesa”. Deseo y espero que además de para aclarar las objeciones que expongo acerca de su libro, le puedan ser útiles a Vd. para añadir a la documentación que posea sobre el general Mola. Los cuatro archivos que le remito contienen respectivamente:

- Archivo 1: Página inicial del tomo IV.

- Archivo 2: Reverso de esta página, donde figuran todos los datos relativos a la obra, incluyendo el ISBN, tanto el del tomo IV como el de la obra completa.

- Archivo 3: Página 6 del tomo IV. En esta página hay dos fotografías; en la parte superior se ve a campesinos de Alcocero con restos del avión de Mola.

La fotografía inferior es más que reveladora. En ella se muestra una medalla militar de Mola y su cámara fotográfica de “gran aficionado” recogidas por los campesinos y entregadas a las autoridades. Como Vd. puede apreciar, la cámara es una Contax III, modelo introducido en 1936, y por lo tanto, lo último y lo mejor que en el momento de la muerte de Mola podía obtenerse a nivel mundial.

- Archivo 4: Detalle de la fotografía de la Contax III del general Mola ampliada.

Archivo 1
Archivo 2
Archivo 3
Archivo 4

Por lo expuesto, y permítame que le exprese mi opinión personal, y por lo tanto siempre subjetiva, es lamentable el equívoco a que el título de su libro puede dar lugar a los que desconocen la verdadera historia. La cámara fotográfica que el general Mola llevaba al cuello en el momento de su muerte, fue esencial para el reconocimiento inicial de su cadáver, y por lo tanto jugó un papel capital en esta historia. La citada cámara no era una Leica, y sí una Contax.

Sin otro particular, y reiterándole mi disposición para lo que desee, le saluda muy atentamente,

Juan José Alonso Panero
Madrid

Correo electrónico enviado el día 30 de mayo de 2006

De: Alonso Panero, Juan Jose
Para: M.Castro (Ediciones Espasa)
Enviado el: martes 30/5/2006 8:58
Asunto: FERMÍN GOÑI, El hombre de la Leica

Estimada Sra. Castro:

El 26 del pasado mes de abril, le envié un correo electrónico en el que le incluía un texto destinado a Don Fermín Goní, con el ruego de que el mismo le fuera entregado a su destinatario. Dada la cortesía y gentileza del Sr. Goñi contestando en solo tres días a un correo mío anterior de fecha 31 de Enero del presente año, me extraña sobremanera el que ni siquiera haya acusado recibo al mío citado del pasado 26 de abril cuando ya ha transcurrido más de un mes desde que lo envié. Aunque en su momento, mi ordenador me indicó que el correo le había sido entregado a Vd. correctamente y el mismo había sido leído, ante la posibilidad de que esta información fuera errónea, le copio nuevamente mi correo del pasado 26 de abril con el ruego de que se lo haga llegar al Sr. Goñi.

Agradeciéndole de antemano sus gestiones, reciba mi más cordial saludo,

Juan José Alonso Panero
Madrid

Respuesta de la Sra. Castro de Ediciones Espasa

De: M.Castro (Ediciones Espasa)
Enviado el: martes, 30 de mayo de 2006 12:00
Para: Alonso Panero, Juan Jose
Asunto: Re: FERMÍN GOÑI, El hombre de la Leica

Estimado Juan José,

Discúlpeme, pero he estado ausente de la editorial por una baja médica y hasta hace sólo unos días no me he reincorporado a mis funciones. A la mayor brevedad remitiré su nota.

Atentamente,

M. Castro

Mensaje de respuesta a la Sra. Castro, enviado el mismo día

De: Alonso Panero, Juan Jose
Para: M.Castro (Ediciones Espasa)
Enviado el: lunes 17/7/2006 8:53
Asunto: FERMÍN GOÑI, El hombre de la Leica

Dña. Mercedes Castro
Editorial ESPASA

Estimada Sra. Castro:

Como continuación de mi último correo del pasado 30 de Mayo, le agradecería infinito hiciera llegar a Don Fermín Goñi el texto que le transcribo a continuación:

Agradeciéndole de antemano sus gestiones, reciba mi más cordial saludo,

Juan José Alonso Panero
Madrid

Sr. Don Fermín Goñi

Estimado Sr. Goñi:

En esta ocasión, tan solo dos líneas para hacerle llegar mi desengaño por no haber recibido la menor línea de contestación a mi correo electrónico de hace casi dos meses. No pretendía que diera Vd. la razón a mis opiniones sobre su libro, perfectamente documentadas por otro lado, y donde le demostraba con pruebas que la cámara fotográfica con la que murió el general Mola NO era una LEICA y SÍ una CONTAX III, pero al menos esperaba que agradeciera Vd. mi interés en todo lo relacionado con su libro, y en última instancia, como exige la buena educación, un simple acuse de recibo.

Pese a sentirme profundamente frustrado, reciba mis atentos saludos,

Juan José Alonso Panero
Madrid

Nunca recibí contestación a este correo del 17 de Julio de 2006, y lógicamente ya no espero nada después de transcurrido un año. Los ejemplos que he expuesto de Robert Capa y del general Emilio Mola Vidal pienso que son más que ilustrativos de “cómo se escribe la historia”. Son solo dos entre cientos que hubiera podido incluir, muchos de los cuales los tengo perfectamente documentados. Si he elegido precisamente los dos citados, es porque considero que son perfectamente válidos, por los hechos descritos y la relevancia de los protagonistas.

¿Qué conclusiones podemos sacar de lo que modestamente he escrito en las líneas anteriores? Entre otras muchas, una muy clara: “Jamás se debe creer a pies juntillas todo lo plasmado en letra impresa”. Es una triste realidad, pero realidad al fin y al cabo. Creo que no se necesitan más comentarios acerca de lo sencillo que puede ser falsear la historia, voluntaria o involuntariamente.

Juan José Alonso Panero
Madrid, a 6 de Junio de 2007.

Sobre roscas y bayonetas (añadido el 22-01-2009)

Cuando nace la primera Contax en 1932 ya lo hizo con el sistema de montura de objetivos a bayoneta (mucho más rápido y eficaz que el de rosca), mientras que la Leica no cambió su tradicional sistema a rosca por el de bayoneta hasta que apareció la M3 en 1954, que además de revolucionar todo el sistema de cámaras a telémetro por sus innovaciones, modificó radicalmente su línea estética tradicional que prácticamente se había mantenido inalterable desde que ve la luz la primera Leica en 1925. Debido a este cambio tan radical, muchos leicaistas se echaron las manos a la cabeza y hubo entre los usuarios tradicionales una especie de boicot (pese a que Leitz puso en el mercado un adaptador para que los usuarios de toda la vida pudieran utilizar sus objetivos con montura a rosca en la nueva Leica M3 de bayoneta), ya que consideraban una "herejía" el modificar radicalmente la creación de Oskar Barnack, que como ya hemos dicho, no había sufrido apenas modificaciones estéticas (solo continuas pero pequeñas mejoras técnicas), durante casi treinta años. Ante esa situación, Leitz, no solo decidió seguir fabricando la IIIf de rosca hasta 1956 junto a la recién nacida M3 de bayoneta, sino que, algo que no estaba previsto en absoluto, sacó al mercado en 1957 y se manufacturó hasta 1960, el modelo IIIg, el último realmente con la montura del objetivo a rosca. De esta forma, Leitz alternó durante seis años la "tradición" de las llamadas “Leicas-Barnack” con la innovación de las “Leicas-M”, haciendo que la transición de un sistema a otro fuera más suave en su asimilación por los llamados “puristas”.

Sobre el "Miliciano caído" (añadido el 11-04-2009)

Con posterioridad a mi texto de junio de 2007 han surgido nuevos elementos que modifican sustancialmente lo que escribí hace casi dos años en relación con la famosa fotografía del “Miliciano caído” o “Muerte de un miliciano”, que de ambas maneras es conocida. Sin embargo, no quiero cambiar lo que en su momento escribí, ya que cuando lo hice creía firmemente en lo que plasmaba en papel, y por lo tanto pienso que así debe quedar. Por ello, prefiero añadir esta nota a pie de página para explicar las últimas tesis acerca de la famosa fotografía, que hacen que las creencias que hasta ahora se tenían al respecto hayan sufrido un giro de 180 grados. No obstante, me voy a limitar a unas explicaciones nada exhaustivas, ya que como digo en el cuerpo de mi artículo no es éste el lugar para analizar los pormenores de la famosa foto.
Richard Whelan, en su biografía sobre Robert Capa, y en concreto en su edición española (Aldeasa 2003) da por auténtica la fotografía, a cuyo análisis dedica 10 páginas, desde la 125 a la 135 (la 1ª edición en lengua inglesa vio la luz en 1985 y en esa época Whelan no disponía de los datos y elementos, así como supuestos descubrimientos acontecidos con posterioridad, que integró en la edición española).
 Pues bien, con posterioridad a la fecha en que vio la luz la edición española del libro de Whelan, 2003, así como lo escrito por mí en 2007, han surgido novedades muy importantes. La primera novedad se la debemos a la ciencia, que mediante estudios de todo tipo (una verdadera “autopsia” de la fotografía, teniendo en cuenta todo lo que se ve –nubes, tierra, sombras…- y lo que no se ve -distancia focal, un objetivo de 50mm montado en la Leica IIIa de Capa, historiografía de la época…-) han llegado a la conclusión, esta vez parece que definitiva, de que la foto, aunque auténtica, es un montaje. Lo explico.
Capa y su novia Gerda Taro viajan a España en 1936 para ponerse a entera disposición del régimen republicano, ya que la ideología de ambos estaba claramente comprometida con la izquierda. Dando por bueno que la foto la tomara Capa (y no Gerda Taro como sostienen algunas teorías al respecto), parece claro que el gran fotógrafo húngaro trató con esa fotografía de dar a conocer al mundo lo que ocurría en España, visto, por supuesto, desde el lado que a él le interesaba, que no era otro que el republicano. Para ello, utiliza a un miliciano, un hombre del pueblo (un campesino de tez oscura), es decir, un luchador no profesional, al que vemos vestido con unas cartucheras artesanales y el ropaje propio de los milicianos frente al “profesional” ejército nacional. ¿Qué pretendía Capa con la foto? Dar a conocer al mundo, desde su particular punto de vista, la desigualdad manifiesta en cuanto a medios se refiere, entre los republicanos y los nacionales, es decir, entre “buenos y malos” según la óptica, y nunca mejor dicho, de Capa. Y a fe que lo consiguió con creces.
Cuando digo que la fotografía es auténtica, pero que sin embargo es un montaje (es decir, preparada), no solo me baso en lo que la ciencia ha expuesto en estos dos últimos años, sino en un hecho tangencial, pero importantísimo, cuyas consecuencias están aún por ver, y del que pretendo escribir por separado y largamente, adelantando en este lugar solo lo que interesa en relación con la foto del “Miliciano caído” (cuya identidad, Federico Borrell García, “descubierta” hace unos años, también ha sido puesta en duda últimamente. Ver El País de 16-12-2008, aunque bien es cierto que este reportaje da por auténtica la foto).
El 30 de enero de 2008 el International Center of Photography (ICP) de Nueva Cork, fundado en 1974 por Cornell Capa para difundir y reagrupar el patrimonio de su hermano Robert, anunció el descubrimiento de 3.500 negativos de la guerra civil española tomados por Robert Capa, Gerda Taro y David Seymur (“Chimo”), la gran mayoría de ellos obra de Capa. La historia es cuanto menos rocambolesca, ya que se trata de los negativos que Capa custodiaba en su estudio de París, y que él mismo trató de salvar durante la II Guerra Mundial cuando los nazis invaden la capital francesa. A estos negativos se les pierde la pista en Francia en 1940 para aparecer casi 70 años después en…Méjico. Ya digo que este episodio amerita un estudio profundo para el que estoy recopilando datos y poder escribir en su momento sobre esta apasionante historia.
Lo que sí parece claro es que este descubrimiento parecía que podía traer por fin la luz acerca de la foto del “Miliciano caído”, ya que se esperaba que entre los negativos se encontrara la secuencia completa que por fin pudiera determinar la veracidad de la toma. A día de hoy es casi seguro que entre los negativos hallados no se encuentra el que buscamos. Es este un dato casi definitivo, ya que entre los negativos hallados se cree que están prácticamente todos los conocidos por haber sido editados previamente en diferentes publicaciones. Al reproducir estas imágenes siempre se había partido de la que se consideraba “original”, es decir de la editada por primera vez en un medio gráfico, y ese es el caso de la toma del “Miliciano caído”, cuyo “original” es el que se publicó por primera vez en la revista francesa Vu el 23 de septiembre de 1936. ¿Por qué, según todos los indicios de que disponemos hasta hora, no aparece entre los negativos encontrados el tan ansiado “Muerte de un miliciano”? La respuesta parece evidente.

Copyright © 2007-2009 Juan José Alonso Panero. Reservados todos los derechos.
Diseño de la página y revisión de texto e imágenes, Paulino Alonso Panero.
Última revisión: 18-08-2009.
DHTML Menu By Milonic JavaScript



Free Web Hosting